Iniciando un nuevo capítulo.

   El martes 1 de septiembre me encaminé con paso seguro a esa institución, para asistir a la entrevista para la que me habían llamado el día anterior. No había dejado de pensar en que mi maravilloso currículum vitae los había hecho caer rendidos a mis pies (ja, ja, ja, ja), y por eso de una vez me llamaron. Me emocionaba la perspectiva de volver a dar clases en otra parte distinta que no fuera mi tierra, aunque me sentía un poco conflictuada porque había venido a hacer algo distinto y resulta que me lanzaba de cabeza a lo que había venido haciendo durante los últimos tres años. Pero, me dije, esto sería solamente temporal. No había por qué hacerme mala cabeza. Cuando llegué a la zona por donde queda la institución, me fui directo al edificio del colegio, segura de que ahí sería mi entrevista, y ya casi saboreando la delicia y maravilla de sentirme la flamante nueva docente de Lengua y Literatura de los últimos años de secundaria. Al preguntar por mi entrevista y por la persona que me entrevistaría, cuyo nombre me habían dado el día anterior en la llamada, grande fue mi sorpresa cuando me dijeron que esa persona se encontraba en el llamado campus 1, o sea, en el edificio de la escuela. 
Campus 1, donde trabajé. Crédito: ecuadornoticias.com
    No me desesperé, no. Pensé que quizá la organización de ese lugar tendría concentrada toda el área de la dirección en ese campus, y el otro sería exclusivamente para los chicos de colegio, sin nada más. Entré animada al lugar y fui donde me dijeron que podría encontrar a la "Miss". Aquí, a las docentes, directoras, etc., se les dice "miss"; es como el "profe" de nosotros. A los profesores se les llama: "Mister". (Yo también me quedé como "¡¡Kha??"). Mi entrevista fue con la directora de la escuela, y ya ahí me apestaba que la cosa no iba por el camino por el que yo había pensado. Me expone la situación: el día anterior una docente titular había sido convocada para un puesto por el que tenía mucho tiempo esperando, en una institución pública (tienen mayores beneficios y bla bla bla); por esa razón cambiaron a una auxiliar de 2do de básica (mocosos: 6-7 años) al puesto de titular y quedó el puesto vacante, estaban necesitando una auxiliar para ese curso que se había quedado sin esa figura. Justo mi hoja de vida había entrado el día anterior y al ver mi perfil pensaron que podría encajar en el puesto. Yo quería morirme, hermano, porque sentía que la suma de mis peores temores se estaba materializando. Yo no quería trabajar con mocosos, menos aún siendo tan pequeños. Recuerdo claramente haberle preguntado a la directora si esos niños iban solos al baño o había que cambiarlos o algo (realmente estaba ofuscada, extraviada de lo que es un niño a esa edad); para mí solo había una cosa clara: iba a tener que lidiar con carajitos. 
    La directora notó mi contrariedad, y le fui sincera al decirle que aunque había trabajado con niños antes, la verdad es que no me agradaban mucho. Eso, por un lado, y por otra parte había venido con una idea muy distinta a la educativa cuando pensaba en lo que quería hacer laboralmente en Ecuador. No obstante, necesitaba comer y mis ahorros no iban a esperar que yo consiguiera lo que quería, para esfumarse por completo con mi necesidad de trasladarme y comer. Ella me dio la razón un cien por ciento a eso último, y agregó que me convenía sumergirme en un mundo social para establecer vínculos y relaciones que más adelante podrían servirme como trampolín en las metas que hubiera traído de Venezuela. Esa mujer quería que yo me quedara en la institución, me mostró todas las bondades de empezar a trabajar en ese lugar, me habló del horario (perfecto: de 10am a 7pm), de los compañeros, del ambiente (ese es otro apartado), me habló de la factibilidad de esperar a que yo terminara de hacer los trámites de mis papeles para obtener mi visa profesional y me habló también del salario. Finalmente me habló un poco de la institución y sus valores, me dijo que esperaban contar con un personal cristiano evangélico, y no te negaré que en ese momento me abstuve de hacer comentario alguno que denunciara que yo no poseía los mismos valores que los cristianos evangélicos. Por el contrario, le dije que había crecido en un ambiente así y siempre me había movido entre evangélicos, y sabes que no mentí con eso. 
Panorámica. Créditos: Panoramio.com
    Cuando la entrevista estaba finalizando, la directora me preguntó qué me parecía todo lo expuesto y le dije que era razonable, pero que no acostumbraba a tomarme las cosas a la ligera como para darle una respuesta en ese momento y luego arrepentirme, de manera que le pedí que me diera esa tarde para pensar detenidamente en todo lo que habíamos conversado y en las nuevas responsabilidades que tendría al frente, y al día siguiente me aparecería con la respuesta. Ella aceptó mi petición y nos despedimos cálidamente. Algo en ella y en sus maneras me recordó a mi madre, a su calidez y amor. Me trató con mucha afabilidad y preocupación respecto a mi condición de extranjera sola, como si fuera una hija casi. 
    Salí de allí directo al Malecón, con la intención de caminar y pensar detenidamente en la oferta que tenía. Pensaba que no tenía mucho qué pensar, pero necesitaba acostumbrarme y prepararme psicológicamente para lo que el trabajo en esa institución me traería: no obstante, Danito, ni todas las tardes del mundo frente al Manso Guayas me iban a preparar para lo que esa institución significó para mí. 

Comentarios

  1. Me encantó tu ''¿¿¿¡¡¡kha!!!???'' xD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Jajajajaja! Me hace mucha gracia cómo lo usas, y pues decidí usarlo yo también. ¡jijiji!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Días de adaptación con sabor a Venezuela.

Palo que nace dobla'o...

De las sutilezas que tiene la discriminación