Palo que nace dobla'o...

         La siguiente será una entrada que haré en el marco de mi segundo año trabajando con el programa del Bachillerato Internacional (BI), y cómo este me ha recordado mis años universitarios de comparaciones, estudios, reflexiones y mucha producción escrita. Los temas que aquí planteo no son directamente temas que enseño (con algunas excepciones inevitables por mis gustos), sino tópicos que emergen de los contenidos explorados en mis detalladas preparaciones de clase.  
La homosexualidad siempre ha sido y es un tópico candente, cuando no polémico. La principal controversia que gira en torno a este es la profunda ignorancia, desconocimiento y prejuicio que existe hacia ese grupo de personas cuyo único pecado consiste en sentir atracción por individuos de su mismo género. De este modo se explica por qué han sufrido una brutal persecución a lo largo de buena parte de la historia de la humanidad, y en casi todas las latitudes del orbe, siendo objeto de burlas, de incomprensión, humillaciones, ostracismo social y castigos que fueron desde una multa elevada, pasando por la cárcel, la condenación de todos los grupos religiosos y hasta la sentencia de muerte, misma que se mantiene en varios países al presente. Tales son las pasiones que ha generado este grupo en la mayoría de los seres que se consideran a sí mismos “normales”. No obstante, el tiempo y la maravillosa capacidad que tiene el ser humano de corregir sus errores y rectificar los entuertos, han permitido que se matice mucho de lo que todavía es una exacerbada incomprensión hacia la homosexualidad. Pero no es posible que algo que ha subsistido durante muchísimo tiempo en el alma de la humanidad, se borre de un plumazo con medidas como la legalización del matrimonio gay, o las leyes que protegen de la discriminación y sancionan al que discrimina... hay una realidad imperante, es presente, y tristemente seguirá siendo el panorama que nos espera por muchísimo tiempo tal como se avizora desde el hoy: este rechazo que sufren los grupos homosexuales está lejos de acabarse.
La matización social respecto a la consideración de la homosexualidad como un asunto legalmente establecido y no castigado, de ninguna manera ha eliminado los infinitos prejuicios que contra ella existen, y para comprobarlo nuestro lenguaje cotidiano, coloquial, empildorado de buenas intenciones, rico en metáforas y en proverbios que traen en sus raíces las creencias que han caracterizado a los pueblos que nos antecedieron, está lleno de expresiones que atentan contra la imagen del homosexual, ser que es tenido a menos y que, dentro de la especie humana socialmente jerarquizada, viene a ocupar un puesto inferior entre sus pares heterosexuales. Como muestra de eso me centraré en una canción que consigue como mérito propio el abordaje de un tema que para el calor de la masculinidad caribeña resulta incómodo, pero que con un lenguaje muy popular refleja el sentir de injusticia que cada vez parece sentirse más y más en distintas latitudes de la región hispanoamericana: El gran varón, interpretada por Willie Colón, cuya autoría pertenece a Omar Alfano.
El impacto que hizo en su época solo se equipara a la neurosis que en aquel momento existía en torno a la comunidad gay. Se sabe que seis años antes que la canción se lanzara, se había descubierto el SIDA y se la había catalogado socialmente como la enfermedad de los homosexuales. De modo que en el mundo hispanohablante, siempre rezagado en cuanto a avances sociales se refiere, el tema era aún más peliagudo de abordar. La canción describe la realidad de un muchacho, Simón, que nace en el seno de una familia típica latinoamericana, con esos roles fijos para hombres y mujeres: "fue criado como los demás, con mano dura, con severidad, nunca opinó. Cuando crezcas vas a estudiar la misma vaina que tu papá, óyelo bien, tendrás que ser un gran varón". Se infiere que el padre era un tipo bien masculino y varonil, de esos que quieren verse reflejados en sus hijos y toman decisiones por ellos antes de que tengan uso de razón con la excusa de que es "por su bien".
Árboles torcidos. No lucen tan feos. Iva Balk. Pixabay 
El padre, en las sociedades latinoamericanas (y me atrevería a decir que en general en todas) es lo más parecido a la figura de Dios, ese Dios al que los latinoamericanos tanto alaban y en quien dicen creer. Cuando está presente -y esto ocurre en el cincuenta por ciento de los casos- la figura del padre resulta todopoderosa y autoritaria. Es quien sabe cómo se hacen las cosas, quien lleva la carga de la familia, quien sabe todo de la vida y a quien no se le puede llevar la contraria.
Prosiguiendo, el hijo Simón, al parecer harto de los designios que su padre le ha destinado, se va al extranjero pues parece que es solo poniendo distancia entre su vida y la de su omnipotente padre como puede realizarse y, según la canción: "lejos de casa se le olvidó aquel sermón. Cambió la forma de caminar, usaba falda, lápiz labial y un carterón". He aquí el mayor mérito de la canción, no solo aborda el tema de la homosexualidad sino que incluye la transexualidad, lo cual era aún más escandaloso para la época. El choque es inevitable y el padre se entera, por sus propios medios, de lo que ha pasado con su hijo, del cambio que ha dado su hijo, quien, muy consciente de las expectativas de su padre lo saluda, tras su perplejidad al visitarlo y ser recibido por una mujer, y le dice: "Yo soy Simón. Simón tu hijo, el gran varón". La ironía solo acentúa, por un lado, la postura consciente del hijo, quien sabe que está rompiendo las expectativas del padre, y por otro lado, su actitud de desafío a la autoridad de su padre, identificándose como hombre, aunque esté con atuendo de mujer.
Todo este preámbulo desemboca en dos cosas fundamentales. La primera, el argumento sigue su predecible curso: el padre "se dejó llevar por lo que dice la gente (...) jamás le habló, lo abandonó para siempre", y luego el estribillo de la canción, repitiendo una frase que a más de sabiduría popular, describe lo que se ha expuesto en párrafos previos: que el homosexual tiene, en el imaginario colectivo hispanohablante, una categoría social inferior que el heterosexual. "No se puede corregir a la naturaleza, palo que nace dobla'o jamás su tronco endereza". Es un refrán que, analizado en profundidad así como en contexto, tiene una doble lectura. Bien puede conllevar en sí la aceptación de que la homosexualidad o las diferencias de gusto forman parte de la naturaleza y no pueden ser cambiadas, pero también transmite la percepción de que dicha diferencia es a su vez una anomalía, un impedimento para que se tenga la misma apariencia esperada de los demás elementos (en alusión al "palo" o árbol, que es el elemento del refrán original, que si está torcido desentona con el resto de los árboles circundantes), y por lo tanto será incapaz de cumplir su propósito, cualquiera que este sea en el mundillo de los árboles normales.
A modo de cierre, la letra tiene matices que vale la pena mencionar, como el de incluir dentro de su proverbial sabiduría que la solución para las diferencias familiares no es el resentimiento, y que tarde o temprano se lamentará uno de cortar los lazos vitales que resultan de las relaciones entre personas que comparten la misma sangre. Empero, también tiene un mensaje amargo: Simón murió solo y abandonado. Tal parece que su destino hubiera sido andar por la vida errante y solitario, sin nadie que le acompañara en sus últimos trágicos días de enfermedad "extraña", como una pesimista advertencia de que a quien se separe de su núcleo familiar le espera un final triste y en soledad. Por lo menos para la época estar separado de la familia parecía considerarse como un destino indeseable: aún hoy podría seguirse considerando así en la mayoría de las países latinoamericanos. En todo caso, es una letra que puso sobre la mesa un tema tabú en una sociedad conservadora y cerrada, hizo lo posible por hacer conciencia de una realidad que no se puede ocultar: las diferencias existen y están en medio nuestro. Quizá, a su manera, con sus proverbios paradójicos y a veces contradictorios (como lo extraído del texto bíblico), enseña que no tiene por qué ser juzgada la diferencia, que vivimos en un mundo diverso y que esa diversidad nos brinda equilibrio y armonía si somos capaces de ir más allá de los prejuicios sociales.

Comentarios

  1. Como homosexual, esta canción siempre se me hizo incómoda y veo que siempre su propósito, poner en la mesa aquella realidad que nadie quiere ver. Amé esta entrada.

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    1. ¡Bravísimo! Me alegra que la hayas encontrado. Yo amé realizar este análisis.

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