Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2017

El inicio de una nueva vida.

Imagen
     El taxi que tomamos en el terminal terrestre de Ipiales, nos dejó en el edificio de migración colombiana donde, ateridos de frío, nos bajamos Jorge y yo para que nos sellaran el pasaporte que diera cuenta de nuestra salida de tierras colombianas. Acto seguido caminamos en dirección al  puente sobre el río Carchi , y lo cruzamos en medio del frío y de la madrugada de ese ya lunes 10 de agosto del año 2015. Al llegar al final del puente, caminamos unos metros más para llegar al edificio de aduanas ecuatorianas donde me puse un poco tensa al notar que aquí no iba a ser como en Colombia, donde nada me registraron. Aquí me llevaron primero a un área de inspección para abrir mi gran maleta y sacar prácticamente todo lo que con tanto esfuerzo había conseguido acomodar la noche antes de mi salida de Rubio. Los funcionarios me llenaron de preguntas acerca del motivo de mi entrada al país, y no me sentí confiada para decirles que iba a quedarme. Les referí estar de visita y luego seguir h

Rumbo a Ecuador.

Imagen
    Mi viaje a Ecuador comenzó el sábado 8 de agosto a las 2:30 de la tarde. El bus tenía hora de salida a las 2, pero entre embarcarse pasajeros y dar ajustes finales la demora fue de media hora. Ya sabes, querido hermano, latinoamericanos al fin, parecemos condenados a la impuntualidad como norma.    Estaba muy emocionada de que mi viaje fuera de tierras venezolanas comenzara, y recuerdo que procedí primero a escribirle a papi y a mami para que supieran que estaba bien y ya embarcada en el bus con rumbo a Ecuador, aunque primero debía hacer un viaje de aproximadamente 34 horas por territorio colombiano. Sabía que no iba a ser lo que en principio había visualizado, lo de conocer por escalas el país, deteniéndome en algunas ciudades que tuviera en camino, pero igual me emocionaba. Había comprado unas frutas (comí súper sano en casa de los tíos) para picar algo en el transcurso del viaje porque no tenía ni idea de cuándo haríamos la primera parada. El bus contaba con un baño bien equ

Mi breve paso por Colombia

Imagen
    El sábado 8 de agosto del año 2015 me desperté muy temprano (a las 6am), me arreglé con prisa y dejé las pocas cosas que había usado en la habitación, tal cual como las había encontrado. Ese día era importante, y procuré dormir la noche del viernes temprano y estar bien descansada en todos los sentidos para estar dispuesta a todo lo que la jornada me deparara. Un amigo taxista al que Joca y su amigo habían contactado, pasaría por nosotras a las 7 en punto. Tuve mi último desayuno venezolano en tierra venezolana, y me despedí enérgicamente de mi tía Zoila y de mi tío Filólogo, agradeciéndoles infinitamente la hospitalidad que me brindaron durante esos tres días.       El amigo taxista fue puntualmente por nosotras a las 7, y en el carro estaba el amigo de Joca que nos iba a acompañar ya directamente en Cúcuta, porque hasta allá me iban a acompañar, para inmenso y grato alivio mío. Nos dirigimos sin demora a San Antonio del Táchira para pasar por el Servicio administrativo de iden

Despidiendo mi país natal.

Imagen
    Despedir a mi Venezuela no fue algo traumático, Danito. De hecho, que no me resultara traumático... eso sí fue traumático. Yo salí del país antes de lo que mi organizada cabeza había planeado que sucediera, es decir, aunque no improvisé sino que tomé una oportunidad que se me había presentado en bandeja de plata, salir de Venezuela era algo que visualizaba unos 8 o 10 años más tarde de lo que lo hice en realidad.      Esa noche no recuerdo si pude dormir bien, aunque creo que sí lo hice, que de hecho caí rendida porque tenía todas las noches previas a ese viaje sin dormir bien, ya fuera por trasnocho, o porque me apremió levantarme muy temprano para hacer alguna de las diligencias finales. Todo en mi mente era un poco confuso. Ya había cuadrado con la prima Ysme que me esperaría en el terminal de San Cristóbal para llevarme hasta Rubio, a casa de la tía Zoila, que gustosamente me recibiría esos días. De manera que el encontrarme con personas de la familia y llegar a casa de fami

De cómo inició mi aventura.

Imagen
El martes 4 de agosto del año 2015, fue el último día que te vi, mi pequeño hermano.     Ese día salí de viaje con rumbo a San Cristóbal, donde me recibirían las primas de mami con las que tenemos un vínculo muy especial. Había tenido varios días llenos de despedidas antes de esa salida, días emotivos. Las Glugluvacaciones habían comenzado para ese momento y yo oscilaba entre mi presencia en Caracas para la fechas de agosto y mi inminente ausencia en ese lugar.      Todo dentro de mí estaba como paralizado, emocionalmente hablando. Por eso notaste que no lloré ni una sola vez. En el fondo no sabía lo que hacía al irme, solo lo había decidido y actuaba de acuerdo a eso. Quería demostrar fuerza y mantenerme firme en medio del pesar que sentían mamá y tía Raquel, así como la tristeza silenciosa de papi. Te vi bien, te escaneé mentalmente, me dije a mí misma que cuando te volviera a ver, probablemente medirías el doble de lo que medías en ese momento. Y me llené de tri

No, no estás solo.

Imagen
        Yo sé, parece que estás solo, así lo sientes y así ves el mundo que te rodea: estás solo. Y aunque la soledad es nuestra condición existencial, es lo que menos deseas en esta etapa de tu vida.  Pero no estás solo, y te lo voy a demostrar.         También pasé por eso, sí, sé lo que es sentirse así, y más cuando eres tan diferente a la media. Pero vamos, todos somos diferentes, enano. Y ese es uno de los pensamientos más recurrentes en la adolescencia , la sensación de que eres "más" que los demás. Más diferente, más alto, más gordo, más feo, más torpe, y un largo etcétera de "más". La realidad objetiva vista unos años después es que sencillamente eres diferente y este es el problema: que queremos encajar. Es como si quisiéramos ser una copia los unos de los otros, pero esto es absurdo, porque al mismo tiempo queremos hacer cosas que nos distingan de los demás, con la paradoja de que cuando eso ocurre nos volvemos minúsculos por ser el centro de las mirada