De cómo Literatura y Ficción no parecían estar emparentadas.

En la entrada de hoy escribiré un poco acerca de un cambio en el paradigma de la literatura occidental que me fascina increíblemente: se trata del paso de la literatura occidental europea del siglo XIX al siglo XX, con todos sus cambios, variaciones, reformas; en otras palabras, la literatura en el siglo XX se reinventa totalmente respecto a lo que vino siendo durante todo el siglo XIX. Comenzaré describiendo grosso modo una tendencia generalizada de la literatura occidental europea en este siglo.

La literatura producida a lo largo de buena parte del siglo XIX estuvo fuertemente influenciada por los descubrimientos y avances tecnológicos de la época. Fueron estos años los del auge de las ciencias naturales, físicas; nace en el hombre occidental europeo del siglo XIX la inquietud de explicar todo lo que ocurre a su alrededor mediante métodos lógicos y racionales. La racionalidad es, entonces, elemento clave para entender este período de la historia. Las manifestaciones artísticas no escapan a este paradigma y parecen convertirse en un apéndice de las explicaciones racionales del mundo, o cumplen una función de crítica al sistema mediante los mismos mecanismos racionales propios de la época.
En este sentido, la noción de ficción tal como la conocemos a partir del siglo XX —donde se transgreden los límites de la lógica decimonónica—, no existe en las producciones literarias de esta época porque los textos deben apegarse a un orden racional que presente la obra, no como una mera creación estética, sino, sobre todo, como producto de una organización de tiempo, espacio, eventos y desarrollo, en el marco de una mentalidad ceñida a los principios científicos de causa y efecto.
Los autores de esta época vuelcan su mirada a la sociedad y la describen con ojo crítico e implacable, descubriendo con precisión todas sus fallas, su coacción al individuo mediante ese sistema de representaciones existente en las convenciones. Las desgracias de los hombres a causa del régimen burgués en que viven, la incapacidad de éstos de rebelarse o la censura mordaz de la sociedad a los que, como Madame Bovary, transgreden los límites de lo esperado, constituyen el grueso del contenido de la literatura decimonónica. Es, como bien se puede ver, una literatura dedicada a describir lo externo, todos aquellos agentes fuera del hombre que lo alienan y lo convierten en un ser diferente. Es una literatura que está alejada de la noción, de la conciencia de ir más allá, de buscarse a sí misma, porque el hombre no se buscaba a sí mismo tanto como buscaba el origen de todos sus males, no como individuo, sino como comunidad.
Literatura y ficción parecen dominios distintos principalmente porque la literatura está dedicada a buscar culpables de la situación del hombre. Pero también porque en el afán del hombre de marcar límites y establecer fronteras, halla en la literatura una herramienta útil y efectiva. Es esta época, a la par que la del conocimiento científico, la de búsqueda de una identidad nacional. Ya apuntó Franz Boas, el antropólogo alemán, que la base de una cultura está formada por la lengua y la literatura; éstas son inseparables y se interrelacionan en un juego que legitima el discurso del que las tenga en su poder.   
La ficción, por su parte, manifestada en breves ocasiones en el corpus de la literatura decimonónica, transgrede los límites de lo científicamente posible. Lo fantástico, entendido como un elemento sobrenatural que ocurre en un contexto racional (Drácula), es empleado de manera alegórica para representar críticamente la realidad social en la que se vive, pero jamás llega a apoderarse de la obra entera, siendo que es sólo un elemento empleado con una función bien establecida.
La noción que la literatura decimonónica tiene de la ficción, está fuertemente influenciada por la mentalidad racional de la época, y las obras literarias responden al esquema lógico de representación de la realidad, que es una construcción social del sitio donde se desenvuelve el hombre y se relaciona con los demás. Este es el panorama de la literatura en las primeras décadas del siglo XIX y su relación ligera, pragmática y estrecha con la ficción. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Días de adaptación con sabor a Venezuela.

Palo que nace dobla'o...

De las sutilezas que tiene la discriminación