Eso llamado amor.

Con agrado y cada vez más emoción observo en las últimas películas animadas que la industria del cine nos ha vendido (Brave, Frozen, Maleficent -aunque esta última no entra en la categoría de película animada, tiene en esencia un mensaje similar a las dos anteriores) un acercamiento a ese enigma universal llamado Amor, que se aleja del paradigma convencional del amor de pareja. Y es quizá ese acercamiento distinto, lo que ha esclarecido el enigma de Eso llamado Amor. 
Me quedo con una de las canciones de Frozen en la que se menciona que el amor es "una fuerza poderosa", y tal lo parece, lo suficiente como para romper maldiciones milenarias. En el caso de la mencionada película, fue el amor de Anna por su hermana Elsa, lo que permitió que el don de ésta se convirtiera en algo extraordinario que le llevó a comprender que podía revertir el daño que había hecho en su reino, al dejarlo sumido en un invierno que parecía eterno. Anna, por su parte, aprendió cómo el amor es capaz de curar un corazón congelado, y que ese amor no se transmite únicamente con un beso en los labios dado por alguna persona hacia la que se siente una casi irresistible atracción. 



El mensaje que la película deja es profundo y poderoso, como poderoso es el amor. Desmonta los estereotipos del amor ideal y nos muestra la otra cara de esos sospechosamente perfectos "amores a primera vista". El contraste entre los dos personajes masculinos es impactante y notorio. Porque más que personajes, Hans y Kristoff lo que representan son "tipos"; rasgos generales que responden a un tipo de conducta. Uno representa lo ideal. El otro representa lo real. Y, tristemente, lo que sucede con frecuencia es que es más fácil amar ideales que realidades, porque éstas nos confrontan con la necesidad de la dificultad, del construir día a día, del decidir, conscientes de que cada decisión tiene consecuencias.
Sin embargo, cuando se transita por ese camino de amar, amando realidades y no ideales, es extraordinario el poder que se tiene. Y no se trata de ese poder de lanzar hechizos a diestra y siniestra, ni de volar o realizar alguna proeza que desafíe los límites de la naturaleza humana; es un poder que comienza desde nuestro interior. 
Comenzamos derrotando a nuestro peor enemigo: nosotros mismos y nuestros miedos, y no significa que ellos no retornarán, significa que en combate hemos dado la batalla y nos hemos hecho saber lo que tenemos para dar. En ese sentido se ha subido un escalón más en la larga escalera que significa conocernos a nosotros mismos. Salimos entonces fortalecidos de esa confrontación interna, y eso nos llena de un algo, un algo que se siente, pero que es más que un sentimiento. Algo que desafía el sentimiento y también el pensamiento. Y en última instancia, sí, el amor es un poder que desafía los límites de la naturaleza humana al llevarnos más allá de nuestras necesidades básicas. 
¿Qué es, entonces, eso llamado amor? Un conjunto de muchas cosas, sin embargo la definición que plasma Frozen es con la que me quedaré: "Una fuerza poderosa y extraña". 


Para ti, Azuleja.
  
  

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