De nociones izquierdistas y progresistas, muy brevemente. (Gloria Álvarez).

       Comienzo hoy, domingo 2 de febrero, con mi cometido de compartir los textos, las lecturas y los mensajes que estas me dejan, en las letras e ideas de una politóloga guatemalteca de la que supe hace algunos años cuando aún vivía en Venezuela. 
      El presente es un tema que suscita mucha polémica por la dificultad existente de mantener la cabeza fría a la hora de defender las creencias, pero he decidido abordarlo debido a que es algo que me apasiona, ciertamente, pero que también me ha enseñado a usar la cabeza más que las emociones. 
    Gloria Álvarez es un personaje mediático hoy en día, pero sigue la misma línea argumental que el periodista cubano Carlos Alberto Montaner, el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza y el ensayista Álvaro Vargas Llosa en un ensayo a tres voces que escribieron hace veinticuatro años (1996), titulado Manual del perfecto idiota latinoamericano. Esta joya de la intelectualidad liberal la conseguí -paradojas de la vida- en una feria socialista de libros por la que pasé en Caracas, y no pude más que reírme de la incoherencia de hallar un libro de esta naturaleza, en una feria de libros organizada por un gobierno izquierdista. De hecho, Gloria Álvarez, en la obra de la que escribiré algunas ideas acá, y ese libro mencionado, guardan semejanzas incluso de forma, por el tipo de humor negro que manejan los autores y las inevitables carcajadas que me producen sus ideas, planteadas con mucha sencillez. Sobre el ensayo de los nombrados autores dedicaré otra entrada más adelante. 
      Entrando en materia, la obra de Álvarez, Cómo hablar con un progre, aborda una de las problemáticas que caracteriza a nuestra región: cuál es el papel que juega una postura política determinada -y sus decisiones en el plano económico- en la realidad social de los países. En otras palabras: de quién es la culpa de las profundísimas desigualdades económicas de Latinoamérica. 
Tomada desde: https://www.republicaliberal.com/2017/01/09/socialismo-institucional/

        Su obra surge veinte años después del Manual, en un simbólico guiño de las coincidencias argumentales que ambos tienen, y trata con el antaño izquierdista descrito por Montaner, Mendoza y Vargas Llosa, quien ha vuelto convertido en el progresista de hoy. El título en sí resulta satírico y el contenido del libro lleva a los puntos neurálgicos de las creencias del progresista, las disecciona y ofrece, con evidencias y referencias a otros autores, o bien con ejemplos de la vida real y de sus conductas, las incoherencias en el pensamiento del progresista: "Dentro de la utopía ideológica del progre quizá sea el concepto de tolerancia el que más fascinación produce y también el que mejor revela la verdadera forma de entender la política, y la vida, del proge. La tolerancia es el respeto por las ideas o creencias contrarias y es precisamente de lo que adolecen en muchas ocasiones los progres (...) Un ejemplo de la incongruencia del progre respecto de la tolerancia es que al mismo tiempo que la proclama, denuncia su intolerancia contra cualquier cosa que provenga de Estados Unidos aunque eso implique encasilla en una misma categoría a doscientos cuarenta años de historia y a 300 millones de seres humanos a los que el progre no conoce personalmente, ni se toma la molestia en diferenciar como para hacer una análisis más objetivo (...) Pero esto no ocurre únicamente en los países anglosajones. En España nos encontramos múltiples casos. Incluso los jóvenes líderes progres que fundaron Podemos, siendo profesores en la universidad, impidieron la intervención de una representante política, Rosa Díez, en la Facultad de Ciencias Políticas. Movilizaron a sus estudiantes, leyeron un manifiesto y le dijeron que no era bienvenida a la universidad. Y que nunca volviera. Luego son los paladines de la libertad de expresión, dando voz a aquellos que no la tienen. Pero, realmente, su estrategia es negar la voz de los que piensan distinto, y que únicamente se les oiga a ellos. Es la idea de tolerancia de un progre.".
       Otro aporte interesante, que va más allá de solo centrarse en la "psicología del progre" tiene que ver con aquellas ideas que hace suyas vía mensajes culturales que se derivan del séptimo arte. Por ejemplo, ofrece una lista de películas de las cuales el progre se ha apropiado debido a que considera que el mensaje que estas comparten se puede entender desde la postura que este defiende. Películas como V de Vendetta, X-Men, Star Wars, Matrix, y algunas otras, son analizadas por Álvarez en sus lecturas duales, aquellas que hacen los progres y aquella que puede derivarse de una postura más liberal. Lo que vuelve a poner en evidencia con su análisis es que pese a que las películas, como los libros, son interpretadas una y otra vez por tantos lectores y espectadores como estas tengan, hay algunas cosas que pueden resultar incongruentes en las interpretaciones cuando los sesgos son mayores que la capacidad de entender los mensajes sin prejuicios: "La ironía es que V de Vendetta realmente es una historia que enaltece la libertad individual y que lucha por un gobierno limitado que se aleje del totalitarismo. Ahí es donde el progre como siempre se queda corta. Adopta una película contra el gran gobierno como propia, cuando el progre bajo ninguna circunstancia está a favor de limitar el gobierno. Pero en la disonancia cognitiva propia del progre, dictadura totalitaria, le resuena a los resultados de tener un sistema de libre mercado".  
        A modo de cierre, porque podría extenderme aún más resaltando aquellas cosas que me llamaron la atención de la obra de Álvarez, mas preciso dejar la inquietud sembrada en las mentes curiosas que me leen, lo que me llevo de Cómo hablar con un progre es la claridad del pensamiento propio de un liberal, concepto este que siempre había sido confuso para mí. ¿Qué es un liberal? En palabras de la propia Álvarez se fue dibujando con mucha precisión: una persona que cree en la libertad del individuo en todos los aspectos y en todas las circunstancias: libertad económica en un país que defienda las libertades individuales de decisión, propiedad privada y libre mercado. A pesar de que hay conceptos que aún no domino, y que me falta el conocimiento de todo un bagaje teórico que sustenta el liberalismo como corriente filosófica, económica y política, me sentí bastante identificada con Gloria Álvarez y su adjetivo de libertaria, con sus pensamientos, sus ideas y creencias. 

Es una obra de lectura obligada para aquellos que tengan inquietudes en relación al complejo panorama sociopolítico en que vivimos inmersos en América Latina, no porque brinde todas las respuestas a nuestro presente, sino porque arroja verdades e ilumina realidades que vale la pena cuestionar. 

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