De cómo te conviertes en ciudadano del mundo.

          El mes de julio se me fue en un suspiro a causa de los viajes por el occidente del país que estuve realizando, despidiéndome de amigos, épocas, historias, anécdotas, experiencias y pedazos de mi vida que son inolvidables. Todo esto a causa de que estoy en vísperas de marcharme de Venezuela, alzar el vuelo, independizarme y construir una vida más completa, a mi medida, con las cosas que mis padres, familia y amigos me han aportado para ser un humano integral.
         Despedidas, cierres, reencuentros, celebraciones, lágrimas, tristezas, alegrías, momentos agridulces, todas estas palabras caracterizaron mi Julio 2015 y siempre lo recordaré. Así como siempre recordaré este país que tantas cosas hermosas me dio. 
Salir de tu país de origen necesariamente te convierte en un ciudadano del mundo; confieso que esto no me asusta tanto como el hecho de estar lejos de mi mundo social conocido hasta ahora, pero sí es algo que está ahí, latente, dispuesto a salir y con la mala intención de hacerme sentir pésima en momentos difíciles.  
         Por los momentos, lo mejor que puedo hacer es recordar esa sensación que me invadió aquellos ocho días que pasé fuera del país, (donde tomé la decisión de mudarme definitivamente), e impulsarme con eso. Este paso de salir representa muchas cosas para mí, pero como todo cierre no está exento de dolor y tristeza. Sin embargo, el camino que se vislumbra adelante me da aliento. 
        Hay mucho qué construir, qué recorrer, qué aprender, qué conocer, qué experimentar. Hay demasiadas cosas aún en el camino como para dejarme derrotar por el dolor, por más fuerte e intenso que éste sea. Hay, también, mucho qué agradecer y un enorme peso sobre mis hombros respecto a todo lo que devolver me he propuesto, de lo abundante que se me ha dado. 
        Llevo en mi corazón todos los años vividos en esta tierra de gracia, de abundancia y de hermosura; atesoro en mi memoria cada episodio, cada momento, cada espacio, cada persona que fue parte de mis 25 años. Puedo sentirme orgullosa de que en estos últimos meses transcurridos aquí en el país disfruté cada pequeño detalle, cada cosa, cada paisaje y cada ambiente en el que estuve. Recordé, también, escenas del pasado. Del cercano, del que se aleja cada vez más, y del que decididamente está muy lejano. Agradecí cada experiencia vivida, cada dolor, cada emoción, cada nervio, cada dolor de estómago, cada ataque de rabia, cada momento de inseguridad, cada sensación de humillación, cada frustración e impotencia, así como cada victoria, cada celebración, cada sensación de orgullo y satisfacción. 
         Me despido entonces de una parte de mi vida, de un pedazo de mi corazón, de la base que formó la mujer que soy; me despido de la raíz, del inicio, de los primeros días. Siempre que mire para atrás y recuerde este tiempo, sé que una sonrisa se dibujará en mi rostro por la satisfacción que me causa haber tenido las vivencias que tuve. 
Y ahora, ¡A vivir una nueva aventura!



Comentarios

  1. Te deseo suerte y que encuentres esas persona especiales que te hagan sentir amada y en familia.

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