Acerca del miedo.
Es un algo viscoso que nos paraliza. Tan sutil y escurridizo que solemos pensar en el miedo como algo de la infancia y de acontecimientos masivos. Claro que se siente miedo ante un fenómeno natural. Y ante algún monstruo de la infancia. Pero no se piensa con seriedad en el miedo que se le tiene a algo como dejar las rutinas, soltar lo conocido, e incluso aproximarse a otra persona con la que no se ha tratado nunca. ¡Y cuánto miedo hay en las relaciones humanas! Aún entre aquellas que son cercanas en términos sanguíneos. Por miedo dejamos tanto, decimos tanto, callamos tanto, y terminamos esclavizados, creyendo que somos felices y que estamos completos. Y creo que es justo esta ignorancia de cómo el miedo está tan propagado -externa e internamente-, lo que nos hace blancos fáciles de caer en un juego siniestro donde solo somos peones, y me refiero a esto que llamamos vida: infancia, educación predecible; adolescencia, consumo masivo, querer ser como los demás; juventud, estudios...